Todas las emociones, incluso las negativas, tienen un valor y una enseñanza. Siempre ha existido la creencia de que hay que aparentar ser fuertes, por lo que tendemos a ocultar nuestros sentimientos, especialmente los que nos hacen vernos vulnerables.
Esto se hace especialmente presente en nuestra relación con los niños. Pero nada más lejos de la realidad, utilizar nuestras emociones como oportunidad para enseñar a nuestros hijos a gestionar las suyas puede ser el método perfecto para el desarrollo de su inteligencia emocional.
¿Cómo ayudar a un niño a gestionar sus emociones?
No podemos impedir que un niño o una niña se enfade, sienta rabia o se entristezca, pero sí podemos ayudarle a identificar qué significan esas emociones y ponerles un nombre para poder gestionarlas después. La mejor manera de enseñarle esto es a través del ejemplo. Debemos tomar estos momentos como una ocasión maravillosa para compartir con ellos nuestras emociones.
Cuando se gestionan mal, nos pueden sacar del camino de la razón, por eso es importante no reprimir las emociones negativas y darles el valor que se merecen. Hay que permitir que los niños se expresen. Si no lo hacemos, estaremos frenando el desarrollo de su inteligencia emocional. En los primeros años de vida, los niños cuentan con una plasticidad cerebral alta, lo que les permite absorber más rápido lo que aprenden.
Actividades de gestión emocional para niños
Es esencial iniciar actividades de inteligencia emocional para los niños. A nivel educativo, existen juegos que requieren un compromiso para analizar, aplicar y ganar. Con esto, empezaremos a activar la mente del niño a la vez que se divierte. En esto, la adrenalina desempeña un papel clave, reforzando las conexiones emocionales y desarrollando las habilidades de los niños.
Algunas actividades de gestión emocional para niños:
- Nombrar los sentimientos. A partir de los 5 años, más o menos, es crucial que el niño sepa nombrar sus sentimientos. Por ejemplo, que aprenda a saber decir: “estoy enfadado porque no me has llevado al parque”.
- Aprender a manejar las emociones. Es típico de los niños tener rabietas en las que se dejan llevar por sus emociones, gritando o golpeando cosas. Cuando se calman, tenemos la oportunidad de enseñarles.
- Cultivar la empatía. Para ello, podemos preguntarles: ¿Qué crees siente el abuelo al oírte decir eso?
- Profundizar en la comunicación. Hablar con los niños es la clave. Debemos animarles siempre a expresar sus críticas y sentimientos.
- Enseñar a escuchar activamente. Desde pequeños saben guardar silencio mientras otro hablan, pero también deben aprender a escuchar activamente. Por ejemplo, podemos preguntarles: ¿lo has entendido?
- Lectura de cuentos. Los cuentos son una herramienta maravillosa. Muchos se centran en la comprensión de las emociones desde el punto de vista del niño.
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